No supe si fue en sueños o despierto
cundo vi su silueta entre la bruma
jugando con la arena y con la espuma
y los ojos anclados en el puerto
esperando un amor de signo incierto
que arrastra la ventisca como pluma
como vela que en el azul se esfuma
quedando un corazón al descubierto
herido por los tangos, ya lejanos,
que dejó entre sus labios olvidados.
Aún resuenan mil veces en su seno
aún siente las caricias de sus manos
y el calor de sus cuerpos enlazados.
El néctar del amor, dulce veneno.
A.M. González